sábado, 28 de febrero de 2015

Un mercado cambiario que ya mira al próximo gobierno

El acomodamiento que ha tenido en las primeras semanas del año el dólar en el mercado paralelo puede responder, en parte, a las medidas que tomó el Gobierno para estabilizar las reservas del Banco Central, a la política de absorción de pesos de la autoridad monetaria y a las promesas bastante consistentes de no devaluar el peso de los funcionarios, pero más que nada es el resultado de los cálculos que comenzaron a hacer los operadores respecto a dónde puede ubicarse la moneda americana en un eventual mercado liberado durante el próximo gobierno.

Para restaurar el crecimiento, las nuevas autoridades que asuman en diciembre deberán levantar el cepo cambiario. Resulta indiscutible que la economía no puede funcionar sin un acceso libre a los insumos y equipos necesarios para llevar adelante cualquier actividad productiva, a la par que cualquier modelo de país que se elija requiere el impulso del ingreso de capitales, que hoy se ve completamente desincentivado con las restricciones vigentes.

El levantamiento del cepo provocará una unificación de los múltiples precios que hoy tiene el dólar en el mercado oficial y el paralelo y, lógicamente, los operadores, al tomar sus decisiones de compra/venta, están dando rienda suelta a sus especulaciones acerca de cuál va a ser el nivel en el que va a quedar la divisa tras esa unificación.

El valor que tiene hoy el dólar bursátil, en torno a los 12 pesos, es consistente con un nivel de 17,6 pesos a finales del 2016. Con un dólar en ese precio, quienes compran la divisa en el mercado bursátil hoy, obtendrían el mismo rendimiento que si utilizaran esos pesos para colocarlos en un plazo fijo a 30 días en un banco y renovarlo hasta entonces.

Ciertamente, un dólar de 17,6 pesos en un mercado unificado y libre de cambios a finales del 2016 es una apuesta razonable. Si uno proyecta el ritmo de devaluación actual, que parece ser aquél con el cual el Gobierno se siente cómodo para afrontar estos últimos meses de su mandato, estaríamos completando el 2015 con la divisa en torno a los 9,8 pesos. Esto implicaría que para llegar a finales del 2016 con la moneda americana en el nivel planteado se requeriría un aumento cercano al 80% a lo largo del próximo año. Si las autoridades económicas logran contener el salto inflacionario que eso puede provocar se estaría cerrando el año con un tipo de cambio real semejante al de finales del 2010. Se trataría, para muchos, de un nivel más que satisfactorio aunque distaría bastante del que había en el 2007, que algunos reclaman como el necesario para lograr un mayor desarrollo del sector industrial. De todos modos, teniendo en cuenta la capacidad de financiamiento disponible y las dificultades políticas que una devaluación de la magnitud plateada podría entrañar, es altamente probable que la próxima administración se vea tentada a moderar la corrección cambiaria, aunque se correría el riesgo de poner en marcha un nuevo ciclo de endeudamiento que podría eclosionar cuando se agote el margen disponible, al estilo del 2001/2.

En definitiva, tras cerca de 4 años padeciendo la represión de sus operaciones, los inversores pueden fantasear con la liberalización del mercado cambiario y con un peso argentino más cerca de su punto de equilibrio.