El mes de febrero
dejó entre sus principales novedades el regreso de los topes a las tasas de
interés, con la decisión del Banco Central de establecer un máximo del 55% para
el costo del financiamiento de los saldos deudores de las tarjetas de crédito. Ya
durante el segundo gobierno de Cristina Fernández de Kirchner se había apelado
a este tipo de instrumentos del que se ha abusado durante los últimos 70 años,
con resultados negativos para la economía y el sistema financiero.
Para aquellos que teníamos
la esperanza de que Alberto Fernández fuera una versión del peronismo más
respetuosa del funcionamiento de los mercados, con medidas como ésta vamos
viendo a eso como algo cada vez menos probable.
Si el Gobierno
considera que las tasas de interés de las tarjetas de crédito se encuentran en
niveles elevados como resultado de la existencia de prácticas oligopólicas en
el mercado bancario, debería tomar medidas que incrementen la competencia en el
mismo pero no utilizar estos topes que ponen a los precios en niveles arbitrarios,
alterando señales que son esenciales para el normal desenvolvimiento de la
economía.
Hay que tener
presente que el sistema de precios produce una asignación eficiente de los
recursos a lo largo de la economía. Indica cuáles son los sectores productivos más
rentables para volcar el capital, el trabajo y/o la tierra. Si de algún modo se
obstaculiza este sistema, la asignación de recursos va a perder eficiencia o no
se va a realizar, llevando a una situación de bajo crecimiento o directamente
al estancamiento de la economía.
Esto se ha observado
en los últimos 8 años. Desde que comenzaron a introducirse medidas para
manipular los distintos precios de la economía a partir del inicio del segundo
gobierno de Fernández de Kirchner a finales del 2011 se entró en un período de
estancamiento que aun no se ha podido superar. La liberalización de los precios
que se llevó adelante entre 2015 y 2019 venía dando buenos resultados en
sectores como el energético y el exportador y si el sistema político le hubiera
dado continuidad a este marco más favorable para la inversión privada sin lugar
a dudas esto se habría extendido a otros sectores. La reintroducción de estos
obstáculos para la actividad económica siembra serias dudas para el futuro.