El secretario de comercio interior, Guillermo Moreno, se ha
tomado como una cuestión personal controlar el mercado cambiario informal, que
nuevamente se disparó en los últimos días alcanzando valores que no se
registraban hacía varias semanas. Pero no debe albergar esperanzas de éxito. Podrá
intimidar a los operadores cambiarios, restringir todo lo que desee los
mercados, pero no podrá convencer a quienes demandan dólares de que en el
contexto actual la moneda americana no es una opción de inversión difícil de
superar, al menos en el corto plazo. Y la responsabilidad de esto recae
exclusivamente en las políticas económicas de este gobierno y no en “oscuros
intereses financieros” que, a lo sumo, sólo podrán acelerar la llegada del
momento de la verdad.
El secretario debería saber que si uno analiza los últimos
60 años de historia económica argentina, el valor que registró el dólar
paralelo en los últimos días no sólo que no es alto sino que hasta se podría
decir que es bajo. De hecho, el dólar libre cerró 35 de esos 60 años por encima
de ese valor. Más aun, en los períodos en los que se desdobló el mercado
cambiario, el dólar paralelo alcanzó valores mucho más altos no sólo que los de
los últimos días sino también que el máximo de 10,45 pesos registrado a
comienzos de mayo. Entre 1948 y 1959, el dólar registró un máximo equivalente a
21 pesos de hoy en 1951. Entre 1964 y 1966, llegó a un pico de 10,86 pesos de
hoy en 1965. En el período 1971-1976, registró 19,90 pesos de hoy en 1975.
Finalmente, entre 1982 y 1989, alcanzó el máximo en 1983, de 14,70 pesos de hoy.
Por otra parte, siempre que hubo un proceso de apreciación
real del tipo del cambio como el actual, la situación desembocó en una brusca
devaluación en la que el dólar oficial alcanzó valores significativamente
mayores que los de los últimos días. Tras la devaluación de 1959, el dólar
oficial cerró el año a un equivalente de 11,83 pesos hoy. Tras el “rodrigazo”,
en 1975, el dólar oficial terminó el año en un valor comparable a 10,71 pesos
de hoy. Un valor similar registró el dólar oficial a finales de 1982, cuando el
gobierno militar abandonó por completo su política de intentar ganar el favor
de la clase media argentina permitiéndole comprar dólares baratos en forma irrestricta
(“plata dulce”). Finalmente, en el 2002, a la salida de la convertibilidad, el
dólar oficial finalizó el año a un equivalente de 12,61 pesos de hoy.
Todo esto configura un escenario en el cual aquel que tiene
un ahorro difícilmente no se vea tentando con comprar dólares a los valores que
éste presenta hoy en el mercado paralelo. Y no porque sea un vendepatria sino
sencillamente porque es la única manera que tiene de mantener el poder
adquisitivo de su dinero con un riesgo bajo. Si es un inversor conservador sabe
que, incluso comprando dólares a 10,71 pesos, muy probablemente podrá conservar
el valor real de sus ahorros, al menos hasta que este gobierno o el que venga
después libere el tipo de cambio oficial. Es que ése es precisamente el valor
más bajo que presentó el tipo de cambio real oficial a lo largo de los últimos
60 años a la salida de un proceso de atraso cambiario como el actual. Para que
quede claro, para tener un tipo de cambio real igual al de hoy en un período de
tiempo determinado, el valor del dólar en el mercado tiene que aumentar lo
mismo que la inflación. Esto significa que si uno compra dólares a 10,71 pesos
hoy y, tras la devaluación, el dólar oficial alcanza un tipo de cambio real
equivalente a 10,71 pesos de hoy, se va a haber podido, en forma aproximada,
mantener el poder adquisitivo de los ahorros.
Para los inversores mas atrevidos, el terreno es aun más
prometedor. Estos inversores pueden apostar a que, antes o inmediatamente
después de la devaluación del dólar oficial, la moneda americana alcance en el
mercado paralelo valores semejantes a los máximos que alcanzó en otros períodos
de la historia en los que hubo un mercado cambiario desdoblado. Aun comprando
por encima de 11 pesos o de 12 pesos de hoy, podrían llegar a obtener ganancias
sobre la inflación si el dólar vuelve alcanzar valores como los 14,70 de 1983
o, ni hablar, los 19,90 de 1975. Sería una apuesta más atrevida pero quién
puede asegurar que esto no va a suceder, teniendo en cuenta que el valor máximo
mínimo que alcanzó el dólar libre durante un período con desdoblamiento
cambiario fue 10,86 pesos de hoy en 1965, en un momento en el cual el tipo de
cambio oficial no estaba tan apreciado como ahora y que, además, se extendió menos
de lo que promete prolongarse el cepo cambiario actual.
Muchos antes que Moreno intentaron domeñar un dólar
desbocado. Utilizaron diversas metodologías pero, al final del día, tuvieron la
misma suerte. A la vista de esto, y suponiendo que la intención del Gobierno
sea mantener el dólar oficial por debajo del nivel que equilibraría las cuentas
externas de la economía en tanto y en cuanto posea un saldo disponible de
reservas internacionales en el Banco Central, lo mejor es que se resigne y que
dosifique en forma más astuta su energía. Que deje de luchar contra los molinos
de viento. En lugar de desperdiciar su tiempo en una política del terror que lo
único que puede lograr es generar rentas extraordinarias para los operadores
cambiarios que se animen a enfrentarlo, que elija la mejor manera de utilizar
los recursos decrecientes con los que cuenta (básicamente, las tenencias de
títulos públicos en dólares de la
Anses y las reservas del Central) para ajustar el valor del
dólar paralelo a las necesidades políticas del Gobierno.