sábado, 10 de enero de 2015

Los objetivos económicos del 2015

Si bien acabamos de ingresar en un año electoral en el que el panorama económico presenta un alto grado de incertidumbre, se puede aventurar algunos pronósticos, sabiendo que el Gobierno va a tener que encontrar un delicado equilibrio entre lo posible y lo ideal de acuerdo a sus objetivos políticos para este 2015.

Para empezar, seguramente procurará cerrar las negociaciones salariales con aumentos en torno al 30%. Eso explica, en parte, los esfuerzos que se tomó para clavar el dólar oficial en los últimos meses del 2014 y bajar, de ese modo, la inflación, que, de acuerdo a las estimaciones privadas, había superado el 41% anual en septiembre y octubre.

Con aumentos salariales en torno al 30%, el Gobierno muy probablemente intentará mantener la suba del dólar oficial en el 2015 entre un 20% y un 25%. Obviamente, existe la tentación de que esta suba sea lo menor posible, de modo de brindarle a sus votantes un aumento en el poder adquisitivo de sus salarios. El asunto es que mientras menor sea dicha suba mayores serán los requerimientos de financiamiento y/o de restricciones a las importaciones, a los fines de contener los efectos de la mayor demanda agregada sobre la disponibilidad de divisas. Esto sería algo poco conveniente en el escenario más probable, en el que se extiende el conflicto con los fondos buitre, y podría provocar un aumento indeseado en el nivel de desempleo.

Si las autoridades logran acomodar las variables económicas en los niveles mencionados, se podría esperar un desempeño de la actividad económica similar al del 2014 o un poco mejor y una inflación cercana al 30%.

A lo largo del año, es de esperar un intenso forcejeo entre las autoridades económicas y los productores y exportadores de granos para evitar el atesoramiento de la cosecha. Existirían fuertes incentivos para esto si se percibiera que puede haber una devaluación brusca del peso tras la asunción de la próxima administración. Pero, llegado el caso, el Gobierno puede apelar nuevamente a la emisión de títulos dollar linked para calmar la ansiedad de quienes temen cambiar sus divisas por una moneda que pierde valor día tras día.

El cepo cambiario continuará siendo un actor protagónico e inevitable de la realidad económica argentina. Con una inflación en torno al 30%, atraso cambiario y tasas de interés de entre el 20% y el 24%, dependiendo de si los depósitos son minoristas o mayoristas, si los ahorristas pudieran acceder en forma más libre al dólar oficial se volcarían hacia él en forma masiva. Aun con las restricciones vigentes, la compra de divisas para atesoramiento y turismo en el mercado oficial se consumió cerca de la mitad del superávit comercial durante el 2014. Deberemos estar contentos si las limitaciones no se profundizan.


Indudablemente, la economía presenta numerosos factores de inestabilidad, como el atraso cambiario, el cada vez más débil superávit comercial, el abultado y creciente déficit fiscal, la voluminosa emisión de dinero para financiarlo y el conflicto con los fondos buitre, entre otros, pero da la impresión de que el margen de maniobra aun disponible y, por sobre todas las cosas, la expectativa de que el cambio de gobierno va a traer consigo la aplicación de políticas económicas mas razonables y consistentes van a ser suficientes para sortearlos. En fin, no hay motivos para el festejo pero tampoco para la desesperación.