viernes, 27 de mayo de 2016

El fin de la temporada de malas noticias económicas

En los últimos días se percibe un claro cambio de tónica en los anuncios económicos del Gobierno. Las malas noticias se van espaciando y comienzan a predominar los lanzamientos de obras, beneficios impositivos y crediticios y excepciones a los aumentos tarifarios anunciados semanas atrás.

La estrategia fue clara desde un principio: concentrar las medidas impopulares en los primeros meses de gestión, ligándolas lo más posible a la herencia recibida, y dejar el terreno despejado para poner la economía en marcha y llegar a las elecciones del año que viene con un ritmo aceptable de crecimiento y con los malos recuerdos lo más lejos posible en el tiempo.

Sin embargo, existen un conjunto de cuestiones que el Gobierno deberá tener muy presente para que, primero, esta estrategia le permita obtener un resultado electoral exitoso el año que viene y, en segundo término, para que, aun ganando, no se encuentre con una segunda parte del mandato que sea más cuesta arriba que esta primera.

Por un lado, en las últimas semanas existen diversos reportes acerca de las dificultades de gestión que viene teniendo la administración. La falta de experiencia, la desconfianza en el aparato burocrático y el deseo de revisar todo lo que se ha heredado están afectando fuertemente el funcionamiento del estado. Esto presenta el riesgo de que, aun cuando tenga el deseo y los recursos para recomponer en los próximos meses la situación de los sectores más golpeados por las medidas económicas de esta primera etapa, carezca de la capacidad para llegar en tiempo y forma hacia ellos.

Por otro lado, para que la economía se reponga y llegue a la campaña electoral con un ritmo de crecimiento aceptable, se necesitará el aporte de la inversión privada, algo que el propio Gobierno ha manifestado en numerosas oportunidades. Sin embargo, sus dificultades para formular un rumbo claro conspiran contra ella. Un interrogante particularmente serio tiene que ver con el tipo de cambio real. La devaluación y la eliminación de las retenciones habían planteado un panorama alentador para los exportadores argentinos al inicio de la gestión pero hoy muchos de ellos deben estar empezando a dudar acerca de sus posibilidades para los próximos meses, frente a un dólar que viene perdiendo por paliza frente a la inflación y la perspectiva cada vez más probable de que se lo utilice como ancla antinflacionaria para llegar con los precios contenidos a las elecciones del año que viene.

Vinculado con esto, se abre el último de los interrogantes. Existe un riesgo claro de que el esfuerzo electoral haga que el Gobierno pierda terreno en los importantes avances que se lograron hacia el indispensable reordenamiento de la economía. O porque utilice el dólar como ancla inflacionaria y para mejorar el poder adquisitivo de los salarios. O porque se exceda en el aumento del gasto público. Podría suceder entonces que llegara a diciembre del 2017 con una situación no muy distinta a la del comienzo de su mandato, nada más que con la confianza debilitada y un margen menor de endeudamiento.


El panorama no es sencillo. Esperemos que las autoridades puedan corregir a tiempo las deficiencias y obtengan la confianza y el apoyo del sector empresario necesarios para que la economía se ponga lo antes posible en marcha. Pero, por sobre todas las cosas, que no sacrifique los avances que ha logrado en pos de un resultado electoral. Sería un gran cambio para la política argentina y un importante salto hacia el futuro.