lunes, 25 de junio de 2012

Por un puñado de dólares


Quizás a algún distraído le haya costado entender, con razón, cómo en un país con reservas internacionales en el Banco Central de más de 46 mil millones de dólares y un superávit comercial que en los primeros 5 meses del año superó los 6 mil millones de dólares se vienen aplicando restricciones tan generalizadas a la compra de la moneda americana por parte de sus habitantes.

Sin embargo, los datos sobre comercio exterior publicados en los últimos días pueden ayudarlo a comprender lo que en una mirada superficial no parece tan sencillo. Es que en mayo, por segundo mes consecutivo, cayeron las exportaciones, un 7% tras registrar en abril una merma del 2%. Esto hizo que por primera vez desde que se implementaron en febrero las restricciones a las importaciones se registrara una reducción interanual en el superávit comercial (del 11%).

Como era de esperar, las restricciones a las importaciones no iban a poder detener en forma permanente el deterioro del superávit comercial y lo más factible es que este deterioro se vaya agudizando con el tiempo, en un contexto de crecientes costos para los exportadores y para las empresas que compiten contra las importaciones que aun se autorizan, por no hablar del desfavorable panorama internacional que, por ejemplo, ya ha afectado a la Argentina bajo la forma de una fuerte devaluación en Brasil que encareció las exportaciones locales a ese país.

El Gobierno podría detener el deterioro del superávit comercial básicamente de dos maneras. Podría bajar la inflación, la solución correcta, o devaluar el peso en una forma más abrupta y decidida que la que lo viene haciendo, una opción muy riesgosa que podría desembocar en un mayor nivel de inflación, agravando aun más el problema. Pero, por motivos políticos, no se ha inclinado por ninguna de estas alternativas. Se ha propuesto llegar lo más lejos posible con las reservas internacionales acumuladas en el Banco Central. Con estos recursos busca hacer frente a los vencimientos de la deuda pública en dólares y el inevitable déficit comercial que tarde o temprano esta política económica debería generar.

El año pasado la autoridad monetaria comenzó a experimentar una pérdida de reservas que, de haber continuado en el tiempo, hubiera echado por tierra este propósito. Mientras menos reservas tiene el Banco Central menos es el tiempo durante el cual el Gobierno puede cubrir esas necesidades financieras sin tener que aplicar una solución de fondo como las mencionadas. Por esta razón, se vio obligado a aplicar las restricciones a la compra de dólares que hoy nos resultan tan familiares y que han provocando el desdoblamiento del mercado cambiario, con un dólar oficial, de $4.52, coexistiendo con un dólar blue, de $5.98.  

El deterioro del saldo comercial, la única fuente de ingreso de dólares que tiene actualmente nuestra economía, y la renuencia del Gobierno a aplicar las soluciones que éste demanda son los motivos que se encuentran detrás de las odiosas restricciones que venimos encontrando en los últimos meses en los bancos y casas de cambio y a las que tendremos que acostumbrarnos a menos que en forma inesperada, por una vez, los políticos argentinos dejen de lado sus propios intereses y cumplan con su compromiso ante el pueblo.

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