lunes, 19 de noviembre de 2012

Euro: ¿con los días contados?



A la luz de un conjunto de datos que han surgido en los últimos días, resulta cada vez más difícil imaginar que el euro, tal cual lo conocemos hoy, continúe existiendo mucho tiempo más. Parece baja la probabilidad de que países como España, Grecia, Portugal y, en menor medida, Italia o Francia mantengan esta sociedad que les exige condiciones cada vez más insostenibles en términos de su política doméstica.

Una reciente encuesta realizada en Alemania muestra que, a pesar de ser la principal responsable de la situación cada vez más grave de la economía de la eurozona y venir impulsando políticas que a todas luces están provocando un deterioro económico y social en todos los países de la periferia europea, el apoyo de los votantes alemanes hacia Angela Merkel, la primer ministra germana, se encuentra en el nivel más alto desde 2007, año en el que se inició la crisis.

Mientras tanto, el contexto político en los países más comprometidos, España, Grecia y Portugal, se encuentra en franco deterioro. El creciente desempleo que desde hace 4 años vienen registrando (en los dos primeros ya supera el 25% y en el tercero alcanzó en los últimos días el nivel récord del 15.8%) está haciendo sentir sus efectos en la arena política. Al margen de las manifestaciones que se tornan violentas en forma cada vez más frecuente, el apoyo de los partidos políticos que vienen implementando las políticas de austeridad está sufriendo una creciente erosión. En Grecia, las últimas encuestas ya ubican al partido Syriza, que manifiesta una clara oposición a las políticas que se están aplicando, por delante del partido que lidera la coalición gobernante. En España, si bien los partidos tradicionales mantienen el liderazgo han perdido un terreno importante en las encuestas desde las elecciones del año pasado. En estas elecciones, el Partido Popular y el Partido Socialista Obrero Español sumaron un 73% de los votos. Los últimos sondeos de opinión les otorgan entre un 55% y un 60%. En Portugal, el líder de la oposición, que extendió su liderazgo a más de 8 puntos porcentuales en las últimas encuestas, afirmó a fines de la semana pasada que las políticas de austeridad que viene implementando el país han fracasado y rechazó los próximos recortes al gasto público que busca imponer el partido gobernante.

Teniendo en cuenta este deterioro electoral y las magras perspectivas económicas (en los 3 países se proyecta una nueva caída en la actividad económica para el año que viene), no parece que den los tiempos para que las políticas que vienen impulsando los países del norte de Europa, liderados por Alemania, logren un retorno al crecimiento de estas economías. Lo que se pretende es que la elevada tasa de desocupación que hoy presentan, sumada a la flexibilización de sus regímenes laborales, provoque una caída en los salarios reales y que la reducción del déficit fiscal y la mejora en la relación deuda pública/PBI generen una recuperación de la confianza de los inversores. La combinación de estos factores impulsaría un aumento de la inversión, como consecuencia de la reducción en la tasa de interés resultante del regreso de los capitales y de la mejora en la competitividad causada por la caída en el salario real, y de esa manera estos países volverían a crecer.

El asunto es que los plazos para lograr estos resultados parecen demasiado largos, tras más de 4 años de sacrificio, para que los partidos que sostienen estos programas logren mantenerse en el poder el tiempo suficiente. Por otra parte, las actuales condiciones políticas y sociales conspiran contra la posibilidad de que estos resultados se concreten.

La eurozona no tiene peores indicadores que Estados Unidos. Su déficit fiscal consolidado fue en el 2011 del 4.1% del PBI, contra el 9.8% en Estados Unidos. Su endeudamiento total del sector público ascendió a 92.7% del PBI, contra el 103% en Estados Unidos. En 2011 registró un superávit en la cuenta corriente de la balanza de pagos del 0.1% del PBI, contra un déficit del 3.1% en Estados Unidos. Si se viera a sí misma como una unidad, en la que coexisten regiones más ricas y regiones más pobres, podría encontrar una solución mucho más viable que obligar a las regiones más retrasadas a soportar todo el peso del ajuste. Pero hasta el momento no es esta la posición ni de los líderes ni del pueblo alemán y si no modifican su postura el euro tiene los días contados.


domingo, 4 de noviembre de 2012

El avance de la pesificación



En las últimas semanas los gobiernos de las provincias de Chaco y Formosa vienen avanzando en la pesificación de sus compromisos en dólares. Se trata de un eslabón más en el proceso de pesificación forzosa de la economía que viene impulsando el gobierno nacional desde el establecimiento del cepo cambiario hace exactamente 1 año.

El Gobierno ha hecho de la necesidad una virtud. Nadie puede negar lo atinado del objetivo, que los argentinos podamos transaccionar y ahorrar en nuestra propia moneda sin tener que apelar al dinero extranjero, pero lamentablemente éste ha sido un propósito surgido esencialmente de la necesidad. El hecho de que el dólar viniera subiendo por debajo de la inflación prácticamente en forma invariable durante los últimos años y el conocimiento del público de que esto no puede continuar en forma permanente alimentó la expectativa de devaluación del peso que generó una fuerte fuga de capitales y un drenaje de las reservas del Banco Central en los meses previos a las elecciones presidenciales del año pasado. Frente a esta situación, el Gobierno tenía distintas opciones: implementar un plan antiinflacionario (la correcta), aplicar una corrección brusca en la paridad peso dólar, subir las tasas de interés en pesos de manera que los activos en esta moneda fueran más atractivos que el dólar o restringir el acceso al mercado cambiario oficial.

Eligió la última de estas alternativas pero intentó ocultar su debilidad presentándola como un esfuerzo patriótico por recuperar la moneda argentina y detener el accionar de los especuladores que conspiran contra los intereses de la nación. Pudo resolver así el problema inmediato, la fuga de capitales y la pérdida de reservas, pero esquivó la solución de la causa de este problema: el creciente atraso cambiario. De esta manera, ganó tiempo y puede administrar con mayor comodidad las reservas que posee el Banco Central, pero tarde o temprano tendrá que hacer frente a esa cuestión y en ese momento las opciones van a ser más acotadas.

Mientras tanto, ha logrado avanzar con relativo éxito en el proceso de pesificación de la economía. En los últimos 12 meses, a pesar de ofrecer un rendimiento significativamente inferior a la inflación, los plazos fijos en pesos del sector privado crecieron un 53%. Asimismo, han proliferado las alternativas de inversión en pesos dólar linked que encontraron una buena demanda de parte de los inversores. Por ahora, muchos argentinos se resisten a convalidar un valor del dólar en el mercado informal que, a todas luces, está por encima del que debería tener en un contexto normal. Por otra parte, se ven desalentados a participar de este mercado ilegal en un momento en el que los resultados que pueden obtener todavía son inciertos.

No sorprendería que, envalentonado por este éxito, el Gobierno profundice este proceso obligando, por ejemplo, a que las transacciones inmobiliarias deban realizarse en pesos, una versión que surgió en su momento pero que aun no se concretó, posiblemente por el temor a agudizar aun más la caída de la actividad inmobiliaria. Esta decisión incrementaría automáticamente los precios de las propiedades y provocaría una merma adicional en la venta de inmuebles. Si se obligara al comprador de un departamento que hoy sale, por decir una cifra, 100 mil dólares a vender este monto en el mercado oficial obtendría 480 mil pesos, que equivalen a menos de 80 mil dólares en el mercado paralelo. Por lo tanto, muchos de los vendedores, que hoy están obteniendo 100 mil dólares, equivalentes a 630 mil pesos, retirarían su departamento del mercado, lo que implicaría que el mismo departamento se establecería en un valor superior al que tiene actualmente.

Más allá del éxito relativo que han tenido hasta ahora, las autoridades económicas deben tener presente que, al final del camino, la suerte de la pesificación está totalmente sujeta a la capacidad de los activos en pesos para proteger los ahorros del público frente a la inflación. En este sentido, existen dos caminos: bajar la inflación u ofrecer activos cuyo rendimiento esté alineado con ella. De lo contrario, la gente se irá volcando en forma creciente al dólar, no importa el precio que éste tenga ni lo ilegal que sea, sabiendo que a lo largo de la historia la moneda americana le ha permitido conservar el valor de compra de sus ahorros frente al comportamiento implacable de los precios domésticos.