En las últimas semanas los gobiernos de las provincias de
Chaco y Formosa vienen avanzando en la pesificación de sus compromisos en
dólares. Se trata de un eslabón más en el proceso de pesificación forzosa de la
economía que viene impulsando el gobierno nacional desde el establecimiento del
cepo cambiario hace exactamente 1 año.
El Gobierno ha hecho de la necesidad una virtud. Nadie puede
negar lo atinado del objetivo, que los argentinos podamos transaccionar y
ahorrar en nuestra propia moneda sin tener que apelar al dinero extranjero,
pero lamentablemente éste ha sido un propósito surgido esencialmente de la
necesidad. El hecho de que el dólar viniera subiendo por debajo de la inflación
prácticamente en forma invariable durante los últimos años y el conocimiento
del público de que esto no puede continuar en forma permanente alimentó la
expectativa de devaluación del peso que generó una fuerte fuga de capitales y
un drenaje de las reservas del Banco Central en los meses previos a las
elecciones presidenciales del año pasado. Frente a esta situación, el Gobierno
tenía distintas opciones: implementar un plan antiinflacionario (la correcta), aplicar
una corrección brusca en la paridad peso dólar, subir las tasas de interés en
pesos de manera que los activos en esta moneda fueran más atractivos que el
dólar o restringir el acceso al mercado cambiario oficial.
Eligió la última de estas alternativas pero intentó ocultar
su debilidad presentándola como un esfuerzo patriótico por recuperar la moneda
argentina y detener el accionar de los especuladores que conspiran contra los
intereses de la nación. Pudo resolver así el problema inmediato, la fuga de
capitales y la pérdida de reservas, pero esquivó la solución de la causa de
este problema: el creciente atraso cambiario. De esta manera, ganó tiempo y
puede administrar con mayor comodidad las reservas que posee el Banco Central,
pero tarde o temprano tendrá que hacer frente a esa cuestión y en ese momento
las opciones van a ser más acotadas.
Mientras tanto, ha logrado avanzar con relativo éxito en el
proceso de pesificación de la economía. En los últimos 12 meses, a pesar de
ofrecer un rendimiento significativamente inferior a la inflación, los plazos
fijos en pesos del sector privado crecieron un 53%. Asimismo, han proliferado
las alternativas de inversión en pesos dólar linked que encontraron una buena demanda de parte de los
inversores. Por ahora, muchos argentinos se resisten a convalidar un valor del
dólar en el mercado informal que, a todas luces, está por encima del que
debería tener en un contexto normal. Por otra parte, se ven desalentados a
participar de este mercado ilegal en un momento en el que los resultados que
pueden obtener todavía son inciertos.
No sorprendería que, envalentonado por este éxito, el
Gobierno profundice este proceso obligando, por ejemplo, a que las
transacciones inmobiliarias deban realizarse en pesos, una versión que surgió
en su momento pero que aun no se concretó, posiblemente por el temor a agudizar
aun más la caída de la actividad inmobiliaria. Esta decisión incrementaría
automáticamente los precios de las propiedades y provocaría una merma adicional
en la venta de inmuebles. Si se obligara al comprador de un departamento que
hoy sale, por decir una cifra, 100 mil dólares a vender este monto en el
mercado oficial obtendría 480 mil pesos, que equivalen a menos de 80 mil
dólares en el mercado paralelo. Por lo tanto, muchos de los vendedores, que hoy
están obteniendo 100 mil dólares, equivalentes a 630 mil pesos, retirarían su
departamento del mercado, lo que implicaría que el mismo departamento se
establecería en un valor superior al que tiene actualmente.
Más allá del éxito relativo que han tenido hasta ahora, las
autoridades económicas deben tener presente que, al final del camino, la suerte
de la pesificación está totalmente sujeta a la capacidad de los activos en
pesos para proteger los ahorros del público frente a la inflación. En este
sentido, existen dos caminos: bajar la inflación u ofrecer activos cuyo
rendimiento esté alineado con ella. De lo contrario, la gente se irá volcando
en forma creciente al dólar, no importa el precio que éste tenga ni lo ilegal
que sea, sabiendo que a lo largo de la historia la moneda americana le ha
permitido conservar el valor de compra de sus ahorros frente al comportamiento
implacable de los precios domésticos.
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