domingo, 1 de diciembre de 2013

Un comienzo sin sorpresas

Pasados los primeros 15 días de gestión del nuevo equipo económico no hubo ninguna sorpresa. Sólo se profundizaron las líneas de acción que se han venido planteando a lo largo del año en distintos frentes. En el área de la energía, el principio de acuerdo con Repsol por la expropiación del control accionario de YPF marca una continuidad con los intentos de activar la explotación de los vastos recursos que el país posee. Las negociaciones con la petrolera española también se inscriben dentro de la estrategia, explicitada luego de la derrota en las primarias abiertas, de comenzar a resolver los numerosos conflictos con empresas extranjeras en el CIADI, el tribunal arbitral del Banco Mundial, con el objeto de destrabar créditos de organismos multilaterales y preparar el terreno para un retorno a los mercados de capitales internacionales. A su vez, en el ámbito cambiario, la nueva gestión económica aceleró la tasa de incremento del dólar oficial, que anualizada ascendió en estos últimos 15 días al 65%. Nuevamente, no se trata de un enfoque distinto, teniendo en cuenta que a lo largo del año el Gobierno ha ido modificando la tasa de devaluación en forma brusca y que, por ejemplo, en la segunda mitad de agosto la misma alcanzó el 46% anual. Es decir, ya se había reconocido meses atrás que no se podía permitir que la inflación continuara ubicándose por encima de la variación del dólar oficial como en los últimos años, por el daño que esto provoca a las economías regionales y al crecimiento de las exportaciones y por el incentivo que brinda a la demanda de bienes extranjeros y al turismo argentino en el exterior, y que había que comenzar a revertir este proceso.

En definitiva, la estrategia parece ser clara: a los fines de detener la fuerte caída de reservas que viene registrando el Banco Central a lo largo del año y que son el único recurso con el que cuenta el Gobierno para mantener el control de la situación económica e imponer su propia agenda, pretende atraer inversiones extranjeras en el sector energético, conseguir, en lo inmediato, préstamos de organismos multilaterales y, más adelante, acceder a los mercados de capitales internacionales y, a través del aumento del dólar oficial, incentivar ventas al exterior demoradas a la espera de un cambio más favorable y desalentar las compras de bienes importados y el turismo en el extranjero, al encarecerlos. Esto último, con un enfoque gradual, mirando semana a semana el impacto sobre la inflación y sobre el humor del público.

Desde esta perspectiva, algunas decisiones que muchos esperaban, las de mayor impacto político, como el recorte de los subsidios a los servicios públicos, una brusca devaluación del tipo de cambio oficial o un plan antiinflacionario, parecen seguir quedando relegadas, a la expectativa de que la estrategia puesta en marcha brinde los resultados esperados. ¿Porqué asumir el elevado costo político de cualquiera de estas medidas, que posiblemente sepultaría las posibilidades electorales del Gobierno en las elecciones del 2015, si esta estrategia le permite mantener la situación económica bajo control hasta entonces? Habrá que ver si las próximas semanas confirman esta lectura o ponen en evidencia sus errores.


Por el momento, si bien las directrices planteadas son, en líneas generales, acertadas el comienzo de este nuevo equipo económico no conmueve. Habría que ir mucho más a fondo en distintos ámbitos para poner a la economía nuevamente en marcha y evitar un deterioro de la situación de la población en los próximos años. Pero lo cierto es que tal vez no se debía esperar otra cosa. Después de todo, inevitablemente los intereses políticos siempre prevalecen sobre el interés general.  

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