domingo, 31 de agosto de 2014

Dólar paralelo: una alternativa para quienes no confían en el próximo gobierno

Los valores que alcanzó el dólar paralelo en sus distintas variantes (contado con liquidación, bolsa, blue) en los últimos días parecen revelar un frenesí cortoplacista que no se detiene a considerar el futuro con la suficiente reflexión.

Estamos a pocos meses de lo que parece ser el fin de una etapa política y lo que viene después puede entrañar importantes cambios en lo económico. Claramente, quien compre dólares hoy para guardarlos debajo del colchón o en una caja de seguridad por los próximos 2 años o más, debe analizar cuáles son sus expectativas respecto al proceso político que se puede iniciar en diciembre del 2015.

Aquellos que esperan una normalización económica a partir de entonces, con un acuerdo con los holdouts, un levantamiento del cepo cambiario y un plan económico que apunte a reducir la inflación, pueden apostar a obtener un mejor rendimiento para sus ahorros colocándolos en un plazo fijo en pesos en un banco de primera línea que comprando dólares en el mercado paralelo a los valores que se registraron en los últimos días.

La ecuación es sencilla: si, por ejemplo, esperamos una inflación del 40% para este año, del 40% para el 2015 y del 25% para el 2016, sería razonable prever un dólar que no supere los 17,80 pesos a finales de 2016. En un escenario con ingreso de capitales y acceso al financiamiento externo, que es altamente probable con un nuevo gobierno, incluso podría esperarse un dólar por debajo de esos niveles. Hoy se puede conseguir una tasa de interés del 21,5% anual en pesos en un banco de primera línea del mercado local, lo que implica que para superar el rendimiento de un plazo fijo en los próximos dos años, habría que comprar dólares por debajo de 12 pesos. Comprar dólares por encima de este valor implicaría, de verificarse el escenario propuesto, una pérdida de dinero. Hay que incluir supuestos de inflación más elevados para los 3 años considerados para que los depósitos en pesos en el sistema bancario sean menos atractivos que el dólar paralelo a los valores que éste mostró en los últimos cierres.

Indudablemente la Argentina es un país imprevisible en el que cualquier cosa puede suceder pero quienes confían en que el próximo gobierno será portador de una mayor racionalidad económica, tendrá una actitud más amigable hacia los mercados y, antes que cualquier otra cosa, aprovechará el crédito inicial que toda nueva etapa política brinda para buscar capitalizar las enormes oportunidades que la economía argentina presenta, no deben caer en el frenesí comprador que cada tanto despierta la moneda americana, a veces motivado por errores del Gobierno pero otras por la visión cortoplacista de muchos argentinos.


martes, 12 de agosto de 2014

Las ventajas del default

Ya parece inevitable que el default en el que ingresó nuestro país se extienda hasta el año que viene. Aun si finalmente los bancos internacionales le compraran los bonos impagos a los fondos buitre, en cualquier momento el resto de los holdouts podría obtener un fallo favorable del juez Thomas Griesa que prolongara el impasse.

El Gobierno pareció confirmar esta perspectiva días atrás, al anunciar un conjunto de medidas con las que pretende enfrentar los efectos que tendrá sobre la economía la falta de acuerdo. El propio discurso de Cristina Fernández de Kirchner, al realizar estos anuncios, estuvo claramente dirigido a disuadir a la población de ceder a las inclinaciones que provoca el default: consumir menos y demandar más dólares. Se busca mantener a la economía en movimiento con los limitados recursos con los que se cuenta.

En estos meses, el equipo económico deberá preservar un delicado equilibrio. En la medida en que aumente la actividad económica, con el incremento del gasto público y la expansión del crédito, se generará presión sobre el mercado cambiario, al subir la demanda de importaciones, tanto de bienes finales como de insumos para la producción local. Y una baja en las tasas de interés, como la que se aplicó en los últimos días a las Lebac, también puede provocar presión en ese sentido al incentivar a los ahorristas a volcarse a la compra de dólares. Y si las reservas empiezan a caer como consecuencia de estos factores, se puede entrar rápidamente en una situación como la de finales del año pasado. En el mejor trimestre del año en este aspecto, por la liquidación de la cosecha de soja, el Banco Central sumó apenas poco más de 2.000 millones de dólares a las reservas. Claramente, los próximos 5 meses muestran un margen extremadamente acotado, en un contexto social que va ir adquiriendo mayor sensibilidad con la cercanía de las fiestas de fin de año.

Sin embargo, lo que aparenta ser un panorama desalentador, ante una mirada más profunda, no es tal cosa. Si el Gobierno hubiera llegado a un acuerdo con los holdouts y ampliado su acceso a los mercados de capitales, se enfrentaría con menos restricciones para expandir el gasto público y bajar las tasas de interés a los efectos de mejorar la situación de la economía. Pero, con el poco tiempo que le queda y los problemas de credibilidad que afronta, difícilmente realizaría un cambio profundo en el esquema económico que pusiera en marcha un proceso de crecimiento sostenible. Por lo tanto, a los numerosos problemas que se le están dejando al próximo gobierno se le sumaría un mayor endeudamiento público, un área en la que hasta el momento, y poniendo a un lado las objeciones que pueden hacerse, el kirchnerismo está entregando una buena herencia.


Es decir, como están las cosas, el Gobierno tendrá restringido el acceso al financiamiento, lo que lo obligará a llevar adelante una gestión más cuidadosa, al menos por unos meses más. Y esto le dará a la próxima administración, cuando llegue su turno, la posibilidad de poner en marcha sus políticas con un legado menos pesado de por medio.