domingo, 24 de mayo de 2015

Una economía dominada por la cautela

Con su insistencia en no tolerar subas mayores al 28% en los salarios, exponiéndose así a las medidas de fuerza que varios sindicatos anunciaron para los próximos días, el Gobierno muestra una vez más cuál es su prioridad en lo que queda del mandato: entregar la economía lo más calmada posible el 10 de diciembre y deslindarse de la responsabilidad de cualquier medida que tomen las nuevas autoridades que pueda afectar el bolsillo de los argentinos.

Contrariamente a lo que algunos pensábamos, el Gobierno se está inclinando por la tranquilidad, en lugar de propiciar una mejora del consumo y de la actividad, que podría brindar algún rédito político pero que también entrañaría claras amenazas económicas. Es por eso que no dio lugar a aumentos salariales mayores, que hubieran aliviado el clima sindical, que sólo introdujo mejoras modestas en el impuesto a las ganancias que pagan los trabajadores o que deslizó hacia abajo con mucha timidez la tasa de interés.

El punto clave es que mientras mayor sea el incremento en el ingreso disponible de los consumidores en los próximos meses, mayor va a ser el aumento de la demanda de importaciones de bienes finales y de insumos destinados a la producción local y del dólar ahorro, que mes tras mes viene batiendo records. Y, teniendo en cuenta que aun en este período del año que es por cuestiones estacionales el de mayor ingreso de dólares las reservas internacionales del Banco Central están prácticamente estancadas, mayor es la fuerza con la que éstas pueden comenzar a caer.

Y, para evitar cualquier sobresalto, el Gobierno debe llegar al último tramo de su mandato con las reservas suficientes para hacer frente a la dolarización de carteras que muy probablemente se va a dar en ese momento. Es que, frente a la opinión bastante extendida de que la próxima administración va a propiciar una fuerte devaluación del peso, muchos de los ahorristas que en los últimos meses se volcaron hacia los depósitos en pesos para aprovechar la quietud del dólar (los depósitos a plazo en pesos en el sistema financiero aumentaron más del 25% en lo que va del año) van a regresar a los activos en la moneda norteamericana a medida que se acerque el 10 de diciembre.

En definitiva, las autoridades económicas deben asegurarse que el aumento en el consumo resultante de los incrementos salariales, el menor impuesto a las ganancias, las tasas de interés más bajas u otras medidas que se pudieran tomar no comprometa sus posibilidades de contar con el suficiente poder de fuego en el Banco Central para contener las presiones cambiarias que pueda haber entonces.


Esto permite entender cómo un gobierno que durante más de una década esgrimió a la expansión del consumo como uno de sus mayores argumentos y que no mostró la menor moderación a la hora de incrementar los salarios, independientemente de la capacidad de las empresas para solventarlos, ha cambiado tan abruptamente sus consignas en estos últimos meses de su mandato, entregándose a la mayor de las cautelas con el fin de proteger artificialmente un legado que ya hace bastante despilfarró.  

sábado, 9 de mayo de 2015

¿Hacia un veranito económico preelectoral?

En las últimas semanas el Gobierno parece estar preparando el terreno para mejorar la situación económica y levantar el ánimo de los votantes justo a tiempo para las elecciones presidenciales.

Primero y principal, en línea con la clara asignación de prioridades que ha hecho luego del sobresalto cambiario de enero de 2014, se aseguró dotar al Banco Central con el suficiente poder de fuego para hacer frente a las crecientes necesidades de dólares que una economía con mayor movimiento va a tener. Para ello, colocó deuda en los mercados de capitales, sin reparar en los costos, y se espera que continúe apelando a esta fuente de recursos en las próximas semanas.

En segundo término, en forma demorada y sin satisfacer los reclamos sindicales, las autoridades avanzaron con la reducción del impuesto a las ganancias. Teniendo en cuenta su magnitud, se trata de una medida con efectos más políticos que económicos. Se pretende desarticular o, al menos, disputar la afirmación de los dirigentes de la oposición de que el Gobierno está “metiendo la mano en los bolsillos de los trabajadores”. De todos modos, se trata de 6 mil millones de pesos que en las próximas semanas los beneficiarios podrán volcar a la compra de bienes o servicios o a la del “dólar ahorro”.

Pero, sin lugar a dudas, el impulso más importante que recibirá la economía en los próximos meses provendrá de los aumentos salariales que oportunamente la administración se asegurará que lleguen a buen puerto. Muchos atribuyen la demora que se viene dando en las negociaciones paritarias a un inédito celo de las autoridades en relación al impacto inflacionario de incrementos salariales desmedidos pero esta hipótesis resulta poco creíble. ¿Qué beneficio recibe el Gobierno si la inflación cierra esta año más cerca del 20% que del 30%? El daño político de la alta inflación ya está hecho y no se va a revertir porque eso suceda. La demora en las paritarias bien podría perseguir el objetivo de situar las mejoras salariales lo más cerca posible de las elecciones, al mismo tiempo que se reduce el costo de divisas que van a tener.

Es que el impulso que recibirá la economía con estos aumentos, que se ubicarán en torno al 30%, se verá claramente reforzado por el dólar planchado. En los primeros 4 meses del año el valor de la moneda americana en el mercado oficial se incrementó poco más de un 4%. Excepto un cambio imprevisto en el escenario o algún error de cálculo, este ritmo devaluatorio se va a mantener, si no se aminora aun más, lo que implicará un incremento de menos del 13% para todo el año. Esto redundará en aumentos en el poder adquisitivo de los salarios, que se verán potenciados en los sectores de menores ingresos, debido a que los precios de los alimentos, que tienen un mayor peso en su canasta de consumo, subirán por debajo de la inflación. Desde ya, este incremento en el salario real empujará el consumo y aumentará la demanda de divisas para importaciones de bienes finales y de insumos para los productores locales.


Obviamente, cualquier mejora que pueda haber en los próximos meses será temporal y tendrá un costo importante en términos de endeudamiento y de la utilización de los pocos dólares que aun quedan de los abultados superávits comerciales de antaño. Quedará para el próximo gobierno la tarea de poner en marcha nuevamente un proceso de crecimiento genuino y sustentable, para lo cual indudablemente necesitará coraje, ideas y el apoyo de toda la sociedad.