En
las últimas semanas se conocieron datos muy positivos sobre la marcha de la
economía. El nivel de actividad arrancó el año con un vigoroso crecimiento del
4,1% interanual en enero y febrero también se perfila muy bien, a juzgar por
los incrementos del 16,6% en la construcción y el 5,3% en la industria que
reportó el Indec para ese mes en relación a febrero de 2017.
Sin
embargo, sin dejar de festejar el hecho de que la economía está creciendo por
segundo año consecutivo por primera vez desde el 2011, no se puede soslayar los
datos preocupantes que surgen mes a mes del intercambio comercial de nuestro
país con el resto del mundo. En febrero, el déficit comercial volvió a superar
los 900 millones de dólares y suma 1.872 millones en el primer bimestre. Todo
parece indicar que este año se va a superar el saldo negativo récord del año
pasado, de 8.471 millones de dólares.
Hay
que tener en cuenta, además, que si al saldo de bienes se le agrega el de
servicios reales el resultado negativo ascendió a 15.300 millones de dólares en
2017.
Todo
esto significa que el crecimiento económico que viene teniendo el país es
altamente dependiente del financiamiento internacional. Sólo es posible gracias
a que los importadores argentinos obtienen de los emisores de deuda locales,
principalmente el gobierno nacional y los provinciales, una parte significativa
de las divisas que necesitan para realizar sus operaciones. No podrían alcanzar
el volumen actual de transacciones utilizando solo las divisas generadas por
las exportaciones. Este hecho le da una gran vulnerabilidad al crecimiento, que
se transformaría en una caída estrepitosa si la oferta de dólares financieros se
cortara por algún motivo, porque los inversores comienzan a dudar de la capacidad
de nuestro país para pagar su creciente deuda (la externa se incrementó en el
2017 cerca del 30% y superó los 230 mil millones de dólares) o porque se dispara
una fuga de capitales de los mercados emergentes a partir de algún evento
externo.
Y
si bien no se espera en el corto plazo un escenario de esas características
resulta indudable que la amenaza de que eso suceda es hoy más sustanciosa que
meses atrás, con el aumento en las tasas de interés internacionales que se
registró en las primeras semanas del año y el conflicto comercial entre China y
Estados Unidos, que viene generando turbulencias en los mercados globales.
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