De acuerdo a los datos publicados
por el Ministerio de Economía, en mayo el déficit fiscal se incrementó cerca de
700% respecto al mismo mes del año pasado. Esto fue el resultado de la caída de
los ingresos tributarios causada por la merma en la actividad producto de la
pandemia y el fuerte incremento del gasto para financiar las medidas orientadas
a paliar los efectos de la cuarentena sobre la economía.
Resultó inevitable, ante la falta
de acceso al financiamiento de la Argentina, que este enorme déficit fiscal se
cubra con la emisión monetaria del Banco Central, que atinadamente viene
retirando el exceso de dinero que así genera a través de los instrumentos de
regulación monetaria de que dispone. Pero esto no impide un aumento de la
fragilidad de la economía. En primer término porque continúa creciendo el
endeudamiento del sector público y se agrava la insolvencia fiscal. Y, por otro
lado, porque, al incrementarse los depósitos a la vista y el dinero en poder
del público en relación a las reservas internacionales, se reduce la capacidad
de la autoridad monetaria para contener una corrida contra el peso.
Por eso resulta esencial que de
manera urgente las autoridades tomen medidas que mejoren la percepción de la
situación fiscal. En este sentido, un paso fundamental es completar la
reestructuración de la deuda, que va a permitir reducir los vencimientos de la
misma durante los próximos años. La nueva oferta presentada el 6 de julio es un
avance significativo aunque persisten diferencias con algunos bonistas de peso.
Pero más importante aún es
definir un sendero fiscal postpandemia. Debe haber un compromiso claro de las
autoridades de lograr el equilibrio de las cuentas públicas lo antes posible.
Es necesario que los gastos provocados por el coronavirus sean visto como
excepcionales y con un límite definido y no como una oportunidad para ganar o
conservar votantes.
De lo contrario, la inestabilidad
va a ir en aumento. Si los argentinos siguen percibiendo que el gobierno va a resolver
el creciente problema fiscal una vez más con la inflación, apoderándose de una
parte de los ahorros y de los ingresos de la población a través de la
desvalorizacion del peso, van a protegerse huyendo en forma cada vez más masiva
de la moneda, agravando de este modo una crisis que ya viene siendo sumamente
dolorosa.
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