lunes, 3 de septiembre de 2012

Préstamos disponibles, ¿para qué?



En los últimos días circularon versiones de que el Gobierno va a seguir con las compañías de seguros de vida y retiro el mismo plan de acción que aplicó a los bancos semanas atrás: las obligará a invertir una parte de sus recursos en proyectos de inversión del sector productivo.

Si bien hay quien puede cuestionar esto, no hay dudas de lo fundamental que es asegurar una razonable disponibilidad de crédito para la inversión en el sector productivo. La inversión en capital físico y humano es la base del crecimiento económico y de la creación de la riqueza que le permite a una sociedad incrementar su nivel de vida.

Sin embargo, ¿de qué sirve la existencia de una oferta abundante de crédito para la inversión si no se generan las condiciones para que ésta se lleve adelante?  Y en este punto no es cuestión de detenerse en los argumentos habituales sobre “seguridad jurídica” o “reglas de juego claras”, que si bien es indiscutible que tienen su influencia en las decisiones de inversión poseen un carácter relativamente subjetivo.

El asunto es que la convivencia de una inflación en torno al 25% con un dólar que crece sistemáticamente a un ritmo menor al de los precios, a la que se suman las extendidas restricciones cambiarias, todo esto en un escenario político que torna altamente improbable cualquier cambio de trayectoria, hacen que los sectores que ofrecen un horizonte favorable sean escasos.

Por ejemplo, es difícil pensar en invertir en la exportación de bienes industriales. Con salarios que crecen año a año por encima del precio de venta, que está sujeto al dólar, aun los sectores que todavía mantienen algo de rentabilidad presentan perspectivas desfavorables. El turismo también presenta un panorama desalentador. Con los precios de los bienes y servicios locales subiendo en promedio en dólares, la Argentina cada vez es un destino más caro y por lo tanto menos atractivo para los visitantes extranjeros.

La construcción es otro sector que presenta interrogantes hacia el futuro. Este mercado debe acomodarse al cimbronazo que le provocó el cepo cambiario. Habrá que esperar a que los precios encuentren finalmente su punto de equilibrio para que los inversores vuelvan a colocar su dinero en esta actividad sin el temor a sufrir una pérdida de capital.

Se podría decir que puede haber posibilidades interesantes en el sector de sustitución de importaciones al abrigo de las restricciones que comenzaron a aplicarse este año. Sin embargo, ¿quién les asegura a quienes inviertan allí que en el 2015 no va a venir un nuevo gobierno que elimine las trabas que hoy existen dejando al sector expuesto a la competencia de los productos extranjeros?

Los sectores con mejores perspectivas hoy son el de commodities, con sus elevados precios, y el de servicios. Resulta irónico que este “modelo productivo” con el que el Gobierno se jacta de haber recuperado a la industria hoy brinde las mejores oportunidades en las producciones primaria y terciaria. 

Posiblemente al Gobierno sólo le interesan los golpes de efecto que producen sus anuncios en sus potenciales votantes pero si fuera sincero en sus intenciones claramente está equivocando el orden de los factores. Primero debe procurar que haya un modelo económico con señales de precios claras, coherente y que se pueda mantener en el tiempo, de forma tal que los empresarios y emprendedores encuentran una gama amplia de alternativas de inversión con una rentabilidad esperada atractiva. Recién después debe preocuparse por garantizar una oferta de crédito en condiciones razonables para que puedan aprovechar estas oportunidades.

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