domingo, 9 de marzo de 2014

La ausencia de una estrategia

El Gobierno tendrá motivos de regocijo en estas últimas semanas en las que logró doblegar al dólar paralelo y frenar prácticamente la pérdida de reservas, mientras se anota algunos puntos a nivel internacional con el nuevo índice de precios que le exigió el Fondo Monetario Internacional y el acuerdo con Repsol por la expropiación de YPF, que aproximan la posibilidad de acceder a fondos frescos de los organismos multilaterales. Y, por si esto no fuera suficiente, el precio de la soja alcanzó en los últimos días los precios más altos de los últimos 8 meses.

Sin embargo, estas pequeñas victorias no ocultan la ausencia de una estrategia. A pesar de sus gestos “ortodoxos”, y como es de esperar después de 10 años, el Gobierno sigue siendo el mismo: sigue viviendo al día, sujetando sus decisiones a las encuestas, poniendo parches por aquí y por allá, actuando sobre las consecuencias pero no sobre las causas.

Un ejemplo muy ilustrativo de este modus operandi fue el reciente aumento de impuestos a los autos de alta gama. Cuando se diseñó la medida claramente se esperaba reducir las importaciones de estos vehículos, frenar la pérdida de reservas generada por este motivo y que no fuera necesaria una devaluación como la que finalmente se terminó dando. Al no lograrse este último objetivo, los precios de los autos aumentaron y las ventas cayeron más de lo que se pretendía inicialmente, por lo que, a dos meses de haber entrado en vigencia, el Gobierno planea modificar la alícuota impositiva aplicada.

La ausencia de una estrategia, la política de actuar sobre las consecuencias en lugar de sobre las causas, tiene claros costos. Se podrá restablecer la calma después de cada tormenta pero el proceso de deterioro no se detiene. Después de cada turbulencia nos encontramos peor de lo que estábamos luego de la anterior. En los últimos años el nivel de inflación ha ido aumentado, a la economía cada vez le cuesta más crecer y esto, al nivel de la población, se viene manifestando en una caída del poder adquisitivo de los salarios.


Esperemos que las autoridades nos sorprendan con un golpe de timón de último momento pero, a juzgar por la forma en la que viene avanzando la temporada de negociaciones salariales, no debemos tener muchas expectativas. Sin un plan inflacionario, sin metas, sin compromisos del Gobierno ni adhesiones del resto de los sectores sociales, parece sumamente difícil que se logre imponer una pauta de aumentos por debajo del 30%. Y esto configuraría un escenario en el cual la inflación difícilmente se ubique en este 2014 por debajo de esa cifra. Por lo tanto, estaríamos ingresando en el 2015 con más inflación, con condiciones aun más desfavorables para el crecimiento económico y con un salario real, casi con seguridad, más bajo que el de inicios de este año. En otras palabras, continuaríamos nuestra lenta pero constante caída por la larga pendiente del deterioro económico.

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