La mayoría de los analistas descuentan el logro
de algún tipo de acuerdo entre la Argentina y los tenedores de bonos que no
ingresaron a los canjes del 2005 y 2010. Sin embargo, de cumplirse esta expectativa, no se tratará en absoluto
del final del camino sino del comienzo de uno bastante arduo.
Es
que un resultado favorable de las negociaciones de ningún modo resolverá por sí
solo los importantes problemas que tiene la economía, como la inflación y el
estancamiento. Como mucho, le permitirá al Gobierno hacer frente a los
vencimientos de deuda que tiene de aquí hasta el final del mandato y, al
aflojar la restricción externa, tomar medidas para morigerar la caída en la
actividad económica, tales como una baja en la tasa de interés y una
flexibilización de las restricciones a las importaciones. También puede
permitirles a las autoridades mantener bajo control la situación inflacionaria,
al contener las presiones sobre el mercado cambiario y evitar la posibilidad de
una nueva devaluación como la de enero. Pero no más que eso.
Para
lograr avances sustanciosos sobre la inflación e insuflarle nuevamente
dinamismo a la economía se requieren un conjunto de medidas que ni siquiera han
sido esbozadas y que difícilmente sean tomadas por el actual gobierno. Por el
lado del aumento de los precios, lo más que se puede esperar, a partir del
regreso a los mercados de capitales, es que se deje de financiar al Tesoro con
emisión de dinero por parte del Banco Central, pero esto sería apenas el
comienzo de la tarea. Se necesita, además, un plan, con metas de inflación, con
una fuerte disciplina monetaria y fiscal y con el compromiso de los sectores
empresarios y sindicales de ir acomodando los aumentos de precios y salarios a
dichas metas. A su vez, para que la economía vuelva a crecer en forma
sustentable, habrá que restablecer la competitividad que se llegó a tener a lo
largo de la segunda mitad de la década pasada. Y si no se quiere lograr esto
con una devaluación y una caída de los salarios reales se tendrá que avanzar
con una reducción del tamaño del Estado que permita bajar la carga impositiva
que pesa sobre el sector privado.
Se
trata en todos los casos de medidas que requieren un capital político del cual
el Gobierno hoy carece y, aun si lo tuviera, difícilmente lo utilizaría a poco
más de un año de las próximas elecciones presidenciales.
En
definitiva, hay un arduo camino por delante y, casi con seguridad, no será ésta
la gestión que comience a desandarlo. Hagamos todo lo que esté a nuestro
alcance para que el próximo gobierno tenga la responsabilidad necesaria para
avanzar con estos cambios y se deje de rifar el futuro de los argentinos en la
ruleta rusa de la política.
No hay comentarios:
Publicar un comentario