Una
vez más, la historia económica argentina cierra su trayectoria circular, con la
peculiaridad en esta oportunidad de que es el mismo gobierno el que completa el
movimiento de un extremo al otro del círculo. Y, tras impulsar y presentar un
modelo económico como la antítesis virtuosa de su opuesto, termina abrazando disimuladamente
a este último en esta etapa postrera de su mandato.
Es
que, con el plan de pagar en forma anticipada y canjear el Boden 2015 y emitir
nueva deuda por 3.000 millones de dólares, se puede dar por finalizada la
política de “desendeudamiento” de este gobierno, una de las principales
características distintivas del modelo actual en relación al vilipendiado
esquema de los años ´90. No es que no hubiera comenzado antes este nuevo ciclo,
con las recientes emisiones de bonos dollar
linked, pero lo que, obligadas por las circunstancias, ya no harán más las
autoridades es pagar deuda con reservas. Con la nueva estrategia, en la medida
en que lo permitan los mercados y la conveniencia política, claramente se
intentará pagar la deuda vigente, sus intereses y una parte del creciente
déficit fiscal primario con la emisión de nuevos títulos.
El
abandono de esta bandera se suma a la cada vez más patente vacuidad de otra de las
jactancias de este gobierno, la de impulsar un modelo “productivo”, en
oposición al “financiero” de la década del ´90. Ya hace mucho tiempo que las
empresas industriales vienen doblegándose ante el peso de los crecientes costos
y un valor del dólar que no va a la par de los mismos. Y en estos últimos años
se han sumado las restricciones a las importaciones que, con la escasez de
insumos que genera, les ponen un freno de mano a las actividades que permanecen
en pie. Como resultado de esto, la producción industrial, de acuerdo al propio
Indec, ha caído en términos interanuales en los últimos 15 meses.
El
único rubro en el cual el Gobierno aun puede establecer diferencias con
respecto a lo sucedido durante los años ´90 es la tasa de desocupación, que si
bien viene creciendo, aun se encuentra por debajo de los niveles en los que se
situó en aquella época. A partir de 1994 la misma no bajó del 11,4% y en el
estallido de la convertibilidad alcanzó el 22,6%. El Indec la ubicó en el
tercer trimestre de este año en el 7,5% y los que cuestionan la veracidad de
esta cifra concuerdan en que todavía no llega al 10%. Habrá que ver las preferencias
de las autoridades económicas en el 2015. Parece difícil que en un año
electoral toleren una baja significativa del salario real, lo que muy
probablemente sería a costa de un aumento del desempleo. ¿Podríamos llegar a
ver entonces en el último año consecutivo de un integrante del matrimonio
Kirchner en el poder el desvanecimiento de este último motivo de vanagloria?
Sea como fuere, la política argentina nos da una vez más una
muestra de su cinismo, de una lógica según la cual cualquier medio es válido
para preservar el poder y hasta el principio aparentemente más arraigado se
puede acomodar de acuerdo a la conveniencia. Desde ya, nadie puede mirar
para un costado. Estos especímenes llegan a ese lugar y se mantienen en él
gracias a nuestros votos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario