miércoles, 10 de diciembre de 2014

Cerrando el círculo

Una vez más, la historia económica argentina cierra su trayectoria circular, con la peculiaridad en esta oportunidad de que es el mismo gobierno el que completa el movimiento de un extremo al otro del círculo. Y, tras impulsar y presentar un modelo económico como la antítesis virtuosa de su opuesto, termina abrazando disimuladamente a este último en esta etapa postrera de su mandato.

Es que, con el plan de pagar en forma anticipada y canjear el Boden 2015 y emitir nueva deuda por 3.000 millones de dólares, se puede dar por finalizada la política de “desendeudamiento” de este gobierno, una de las principales características distintivas del modelo actual en relación al vilipendiado esquema de los años ´90. No es que no hubiera comenzado antes este nuevo ciclo, con las recientes emisiones de bonos dollar linked, pero lo que, obligadas por las circunstancias, ya no harán más las autoridades es pagar deuda con reservas. Con la nueva estrategia, en la medida en que lo permitan los mercados y la conveniencia política, claramente se intentará pagar la deuda vigente, sus intereses y una parte del creciente déficit fiscal primario con la emisión de nuevos títulos.

El abandono de esta bandera se suma a la cada vez más patente vacuidad de otra de las jactancias de este gobierno, la de impulsar un modelo “productivo”, en oposición al “financiero” de la década del ´90. Ya hace mucho tiempo que las empresas industriales vienen doblegándose ante el peso de los crecientes costos y un valor del dólar que no va a la par de los mismos. Y en estos últimos años se han sumado las restricciones a las importaciones que, con la escasez de insumos que genera, les ponen un freno de mano a las actividades que permanecen en pie. Como resultado de esto, la producción industrial, de acuerdo al propio Indec, ha caído en términos interanuales en los últimos 15 meses.

El único rubro en el cual el Gobierno aun puede establecer diferencias con respecto a lo sucedido durante los años ´90 es la tasa de desocupación, que si bien viene creciendo, aun se encuentra por debajo de los niveles en los que se situó en aquella época. A partir de 1994 la misma no bajó del 11,4% y en el estallido de la convertibilidad alcanzó el 22,6%. El Indec la ubicó en el tercer trimestre de este año en el 7,5% y los que cuestionan la veracidad de esta cifra concuerdan en que todavía no llega al 10%. Habrá que ver las preferencias de las autoridades económicas en el 2015. Parece difícil que en un año electoral toleren una baja significativa del salario real, lo que muy probablemente sería a costa de un aumento del desempleo. ¿Podríamos llegar a ver entonces en el último año consecutivo de un integrante del matrimonio Kirchner en el poder el desvanecimiento de este último motivo de vanagloria?


Sea como fuere, la política argentina nos da una vez más una muestra de su cinismo, de una lógica según la cual cualquier medio es válido para preservar el poder y hasta el principio aparentemente más arraigado se puede acomodar de acuerdo a la conveniencia. Desde ya, nadie puede mirar para un costado. Estos especímenes llegan a ese lugar y se mantienen en él gracias a nuestros votos.

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