Resulta
muy satisfactorio que aquello que planteé como una expresión de deseos en el
último artículo sea el objeto de la convocatoria que en los últimos días el
Gobierno lanzó para lograr un acuerdo en torno a 10 puntos que considera
esenciales para darle previsibilidad a la economía argentina.
Como es
habitual en nuestro país, la reacción inmediata de los políticos y los
analistas ha sido buscar los motivos ocultos detrás de la iniciativa, que seguramente
habrá, en lugar de evaluarla de acuerdo a sus propios méritos. Y, respecto a
este punto, resulta indiscutible que en cualquier país, más aun en uno como el
nuestro, lograr un acuerdo de estas características podría ser un paso
fundamental para sentar las bases para poner en marcha un proceso de
crecimiento sostenido.
Es
indudable que, más allá de todos los errores que pueda haber cometido el Gobierno
en materia económica y de las falencias del gradualismo, una cuestión que
siempre condicionó las posibilidades de crecimiento de la economía fue la
amenaza de un retorno del populismo a finales de este año. Aun en los sectores
en donde existen márgenes de rentabilidad sumamente atractivos, los empresarios
van a esperar por señales claras del arco político antes de llevar adelantes
una inversión porque los réditos de la misma pueden esfumarse rápidamente con
un cambio de gobierno y de esquema económico como el que resulta posible a la
vuelta de cada elección presidencial.
Como dice
la carta que el Gobierno envió a los gobernadores, dirigentes políticos,
empresarios, sindicalistas y la Iglesia, “claramente hemos tenido problemas
para acordar sobre cuestiones básicas de nuestro desarrollo económico. Nuestra
historia en este tema ha tenido muchos fracasos, convirtiendo a nuestro país en una paradoja mundial por la falta
de desarrollo y la pobreza pese a nuestros recursos y nuestras potencialidades”.
Sin lugar a dudas, nuestro comportamiento pendular a la hora de elegir un
esquema económico ha tenido una incidencia fundamental en la trayectoria
divergente que mostró en los últimos 70 años el PBI per capita de
la Argentina respecto al de los principales países del mundo.
Por
otra parte, ninguno de los 10 puntos planteados por el Gobierno debería ser
difícil de aceptar por ningún dirigente. Se trata de cuestiones que nadie
discute en cualquier país capitalista serio. El único motivo que puede tener un
político para rechazar esta propuesta es no querer tener limitantes en caso de
llegar al poder. Por las características institucionales del país, el
presidente que llega prácticamente tiene vía libre para hacer y deshacer a su
antojo y esto quedaría condicionado por un acuerdo como el que se ha propuesto.
Si participa en este convenio ya no podrá salirse del libreto, aun cuando en
determinados momentos hacerlo pueda otorgar beneficios políticos de corto
plazo.
Puede
ser que avanzar con este acuerdo favorezca electoralmente al Gobierno pero no
es momento para mezquindades. Las cosas se dieron así y hay una oportunidad
para darle una vuelta de página a la turbulenta historia económica argentina de
los últimos 70 años. Los votantes deben tomar nota de quiénes se comportan a la
altura de las circunstancias y quiénes no.
No hay comentarios:
Publicar un comentario