Tanto desde el Gobierno como desde la oposición no se tomaron las
medidas necesarias para evitar este desenlace que profundiza la inestabilidad
de la economía y genera un desperdicio innecesario de las reservas del Banco
Central. El oficialismo debería haber contemplado el riesgo que entrañaban unas
elecciones primarias que no resolvían nada pero que si producían un resultado
negativo generaban un vacío de poder excesivamente prolongado. También fue
corresponsable en la generación del pánico que despierta la perspectiva de un
gobierno de Alberto Fernández en algunos sectores de la población. La oposición
por su parte sacó el mayor partido posible de la indefinición de su postura en
materia económica Apuntalada por la crisis económica y por un marco
institucional que no impone restricciones, convenció a propios y extraños de
que cualquier cosa es posible a partir del 10 de diciembre.
Esta experiencia tan desafortunada debe impulsar a la sociedad en
general y a la dirigencia política en particular a generar un marco
institucional que modifique estas reglas de juego perversas según las cuales
cualquier cosa puede suceder en materia económica con un cambio en el signo
político de un gobierno.
Y en este marco institucional, el compromiso por la solvencia fiscal
debe ocupar un lugar de privilegio y ser garantizado con todas las herramientas
legales que sea posible formular. El déficit fiscal es el responsable último de
todas las crisis económicas que vienen asolando a nuestro país durante los últimos
45 años. Si uno observa las crisis de 1975/6, 1981/2, 1988/90, 1999/02 y la
actual, en todos los casos va a encontrar en los años precedentes un deterioro
de la situación fiscal y dificultades crecientes para financiar el
desequilibrio de las cuentas públicas. Y en la actualidad, cuando parecía que
el Gobierno venía avanzando hacia la corrección del problema fiscal, la crisis
se desató nuevamente con la victoria de Alberto Fernández en las PASO, que hizo
resurgir con fuerza las dudas acerca de que las autoridades que van a asumir el
10 de diciembre van a utilizar todos los medios a su alcance para generar un
resultado positivo y sostenible en los próximos años.
Toda crisis entraña una oportunidad y la
que aparece claramente en esta ocasión es la de generar los consensos que han
sido esquivos hasta aquí para lograr los acuerdos básicos necesarios para brindar
cierta previsibilidad respecto al futuro de la economía. Si no aprovechamos
esta oportunidad, muy posiblemente continuaremos en esta espiral descendente
por la cual venimos cayendo en las últimas décadas, que nos aleja cada vez más
de los países exitosos y nos acerca a aquellos que alguna vez creímos haber
dejado atrás.
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